Nuestra cultura representa el devenir, el honor de la sangre, el vitalismo, la fuerza, la valentía & la nobleza del espíritu. Somos Indoeuropeos. Somos Occidentales.
En la mitología griega, una ninfa (en griego antiguo νύμφα) es una deidad femenina menor de la naturaleza, típicamente asociada a un accidente geográfico o lugar concreto, a pesar de lo cual eran designadas por el título de olímpicas, convocadas a las reuniones de los dioses en el Olimpo y descritas como hijas de Zeus. Diferentes de los dioses, las ninfas suelen considerarse espíritus divinos que animan la naturaleza, y ser representadas en obras de arte como hermosas doncellas, desnudas o semidesnudas, que aman cantar y bailar; poetas posteriores las describen a veces con cabellos del color del mar.[1] Se creía que moraban en la tierra: en arboledas, en las cimas de montañas, en ríos, arroyos, cañadas y grutas.[2] Según el lugar que habiten, se les llama Agrónomos (ἀγρονόμοι),[3] Orestíades (ὀρεστιάδες)[4] y Náyades (νηϊάδες).[5] Aunque nunca mueren de viejas o por enfermedad, y pueden engendrar de los dioses hijos completamente inmortales, ellas mismas no son necesariamente inmortales, pudiendo morir de distintas formas.
Homero las describe con más detalle presidiendo sobre los juegos, acompañando a Artemisa,[6] bailando con ella, tejiendo en sus cuevas prendas púrpuras y vigilando amablemente el destino de los mortales.[7] A lo largo de los mitos griegos actúan a menudo como ayudantes de otras deidades principales, como el profético Apolo, el juerguista dios del vino Dioniso y dioses rústicos como Pan y Hermes. Los hombres les ofrecían sacrificios en solitario o junto con otros dioses, como por ejemplo Hermes.[8] Con frecuencia eran el objetivo de los sátiros.
El matrimonio simbólico de una ninfa y un patriarca, a menudo el epónimo de un pueblo, se repite sin fin en los mitos fundacionales griegos; su unión otorgaba autoridad al rey arcaico y su linaje.
Notas y referencias
1 Ovidio, Las metamorfosis v.432. 2 Homero, Odisea vi.123 y sig., xii.318; Ilíada xx.8, xxiv. 615. 3 Homero, Odisea vi.105. 4 Homero, Ilíada vi.420. 5 Homero, Odisea xiii.104. 6 Sin embargo véase Jennifer Larson (febrero de 1997). «Handmaidens of Artemis?». The Classical Journal 92 (3): pp. 249–257. http://www.jstor.org/stable/3298110. 7 Homero, Odisea vi.105, ix.154, xiii.107, 356, xvii.243; Ilíada vi.420, xxiv.616. 8 Homero, Odisea xiii.350, xvii.211, 240, xiv.435.
En la mitología griega, Cerbero (en griego Κέρβερος Kérberos, ‘demonio del pozo’), también conocido como Can Cerberos, era el perro de Hades, un monstruo de tres cabezas, con una serpiente en lugar de cola.
Cerbero guardaba la puerta del Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Era hijo de Equidna y Tifón, y hermano de Ortro. La existencia de un perro infernal en la entrada de los infiernos parece que ya estaba presente en la mitología indoeuropea original, pues aparece en los mitos de otros pueblos indoeuropeos, como es el caso del perro ensangrentado Garm en la mitología escandinava.
TEORÍAS SOBRE SU ORIGEN
La constelación de Piscis no estuvo siempre asociada con dos peces, pues el pez estelar original era Piscis Austrinus. También se creyó que eran dos personas, unidas (que en algunas historias eran transformadas en peces, lo que terminó evolucionando a simples peces). Ambas estarían unidas bajo la eclíptica, el área que se creía que representaba el inframundo. La eclíptica, el tránsito del sol, corta dicho vínculo. Uno de ellos queda prácticamente fuera (el más occidental) y el otro parece seguir unido a la eclíptica y dirigirse hacia abajo (el más oriental). Sin embargo, parte del primero sigue unida.
El que la persona que Heracles logró liberar de su trampa en el inframundo sea Teseo indica el conocimiento de que los mitos sobre él le relacionan con la reina de las amazonas, y de que por tanto deben aparecer en la siguiente historia como compañero de Heracles. Este énfasis en la continuidad está posiblemente relacionado con el hecho de que la constelación que representa la siguiente historia también aparece parcialmente sobre Piscis.
Cerbero, por Gustave Doré.Bajo Piscis está la constelación Cetus, normalmente considerado un monstruo marino o una ballena. Sin embargo, es igualmente posible verlo como dos puertas cerradas con sus postes y un grupo de tres estrellas tras el centro de ambas. Dado que miran hacia la eclíptica y están muy cerca de ella, dichas puertas serían las del inframundo, que estaría bajo la eclíptica. El guardián de las puertas del Hades era tradicionalmente Cerbero, que tenía tres cabezas, una asociación que requiere el uso de las tres principales (aunque comparativamente débiles) estrellas de la constelación moderna de Fornax a modo de cola.
Dado que Cerbero era considerado un elemento permanente del Hades, poco podía ocurrirle que le hiciese daño. Al no haber ninguna otra constelación en esta región, poca historia más podía dársele aparte de la de hacer algo no permanente, como moverle al otro lado de las puertas.
Alternativamente, una versión anterior podría no haber incluido la historia de Teseo encarcelado, lo que podría haber sido una reelaboración posterior del papel de las constelaciones en la historia. En tal caso, la rama de Piscis que no escapa de la eclíptica podría haberse destinado a representar el consiguiente ascenso de Cerbero (pero aún atado, y teniendo por tanto que volver al final).
Alcmena: En la mitología griega Alcmena (en griego antiguo Άλκμηνη Alkmênê, ‘poder de la luna’) era una mujer mortal, hija del rey Electrión de Micenas y esposa de Anfitrión.
Ificles: En la mitología griega Ificles (en griego antiguo Ἰφικλῆς Iphiklễs), hijo de Anfitrión y Alcmena, es el medio hermano mellizo de Heracles, que le acompañó un tiempo en sus aventuras.
Alceo: Según la mitología griega, Alceo era hijo de Perseo y Andrómeda, y antepasado de Heracles.
Teseo: Teseo (en griego antiguo Θησεύς, el que funda) fue un mítico rey de Atenas, hijo de Etra y Egeo, aunque según otra tradición su padre fue Poseidón, el dios del mar, quien habría abusado sexualmente de Etra en el templo de Atenea.
Egeo, que no había tenido descendencia con sus otras esposas, consultó al oráculo de Delfos, que le respondió: «No abras tu odre hasta que regreses a Atenas.» Él no comprendió el oráculo pero Piteo, rey de Trecén y padre de Etra, sí lo entendió. Lo que el oráculo había querido decir era que si llegaba a Atenas sin haber tenido relación sexual alguna, la primera mujer con la que yaciera tendría un heredero suyo. Como Piteo deseaba que su hija diera a luz al heredero del trono ateniense emborrachó a Egeo, y así consiguió que fecundara a Etra.
Tras la concepción de Teseo, Egeo, por temor a los Palántidas, sus sobrinos y que querían el trono, decidió que su hijo no pasara la niñez con él y escondió su espada y sus sandalias bajo una roca que el niño no debía de poder mover hasta que fuera lo suficientemente fuerte. Así que la infancia de Teseo transcurrió en compañía de su madre y de su abuelo en la ciudad de Trecén. Cuando cumplió los dieciséis años su madre le reveló el secreto de su paternidad y llegado a esta edad, Teseo pudo levantar la piedra, calzarse las sandalias y envainar la espada de su padre e iniciar su viaje a Atenas para ser reconocido como hijo del rey.
Teseo fue un héroe fundador, como Perseo o Cadmo.
Teseo y el Minotauro
Al llegar a Creta, la princesa Ariadna se enamoró de él y propuso a Teseo ayudarle a derrotar a su hermano (el Minotauro) a cambio de que se la llevara con él de vuelta a Atenas y la convirtiera en su esposa. Teseo aceptó.
La ayuda de Ariadna consistió en dar a Teseo un ovillo de hilo que éste ató por uno de los extremos a la puerta del laberinto. Otra versión indica que la ayuda de Ariadna consistió en una corona que emitía un resplandor y que le había dado Dioniso como regalo de boda o bien que podría ser la misma corona que le había regalado Anfítrite durante el viaje a Creta.
Así Teseo entró en el laberinto hasta encontrarse con el Minotauro, al que dio muerte a puñetazos. A continuación recogió el hilo y así pudo salir del laberinto e inmediatamente, acompañado por el resto de atenienses y por Ariadna, embarcó de vuelta a Atenas, tras hundir los barcos cretenses para impedir una posible persecución.
Se trata del más célebre de los héroes griegos, el paradigma de la virilidad y el adalid del orden olímpico contra los monstruos ctónicos. Su extraordinaria fuerza es el principal de sus atributos, pero también lo son el coraje, el orgullo, cierto candor y un formidable vigor sexual. Se le considera el ancestro de los Reyes de Esparta, (de este modo estos caudillos dorios se legitimaban como aqueos ) y la influencia de esta polis en la Grecia Arcaica y Clásica fue una de las razones de la difusión de su leyenda y su culto, haciendo de Heracles el héroe dorio por excelencia.
Abundan los relatos mitológicos sobre él, los más famosos de los cuales son Los doce trabajos de Heracles. Las historias de las cuales es protagonista forman un ciclo que se desarrolló constantemente durante toda la Antigüedad, motivo por el cual es difícil hacer una exposición cronológica o siquiera coherente de las mismas. El historiador francés Pierre Grimal en su Diccionario de Mitología griega y romana, propone clasificarlas en tres categorías, a saber: 1) El ciclo de los Doce Trabajos, 2) las hazañas independientes de los mismos y 3) las aventuras secundarias ocurridas durante la realización de los trabajos. Como marco de los tres ciclos aparecen los relatos de su nacimiento y de su muerte y apoteosis, relativamente invariables en las diversas fuentes.
Las menciones más antiguas de Heracles aparecen en las obras de Homero y Hesíodo, pero relatos más o menos completos de sus aventuras son las obras de Psino de Lindos, Rodas (por lo demás desconocido), Pisandro de Camiros (fl. ca. 640 a.C.),otro poeta rodio, y Paniasis de Halicarnaso (siglo Vto a.C.) autor de una obra titulada Heraclea. Todas estas obras, con excepción de unas pocas citas fragmentarias, se han perdido.
Los poetas posteriores, sus comentaristas y, por último, los mitógrafos de la época helenística son, en la actualidad, las únicas fuentes escritas sobrevivientes que relatan las hazañas de Heracles. Un auxiliar importante para el estudio de las mismas es la iconografía, muy abundante, que recoge los principales episodios de las leyendas.
Los «mitos de origen» o «mitos de creación» representan un intento por hacer comprensible el universo en términos humanos y explicar el origen del mundo.La versión más ampliamente aceptada en la época, si bien un relato filosófico del comienzo de las cosas, es la recogida por Hesíodo en su Teogonía. Empieza con el Caos, un profundo vacío. De éste emergió Gea (la Tierra) y algunos otros seres divinos primordiales: Eros (Amor), el Abismo (Tártaro) y el Érebo.Sin ayuda masculina, Gea dio a luz a Urano (el Cielo), que entonces la fertilizó. De esta unión nacieron primero los Titanes: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe, Tetis y Crono. Tras éste, Gea y Urano decretaron que no nacerían más Titanes, de forma que siguieron los Cíclopes de un solo ojo y los Hecatónquiros o Centimanos. Crono («el más joven, de mente retorcida, el más terrible de los hijos [de Gea]»)castró a su padre y se convirtió en el gobernante de los dioses con su hermana y esposa Rea como consorte y los otros Titanes como su corte.
El tema de conflicto padre-hijo se repitió cuando Crono se enfrentó con su hijo, Zeus. Tras haber traicionado a su padre, Crono temía que su descendencia hiciera lo mismo, por lo que cada vez que Rea daba a luz un hijo, él lo secuestraba y se los tragaba. Rea lo odiaba y le engañó escondiendo a Zeus y envolviendo una piedra en pañales, que Crono se tragó. Cuando Zeus creció, dio a su padre una droga que le obligó a vomitar a sus hermanos y a la piedra, que habían permanecido en el estómago de Crono todo el tiempo. Zeus luchó entonces contra él por el trono de los dioses. Al final, con la ayuda de los Cíclopes (a quienes liberó del Tártaro), Zeus y sus hermanos lograron la victoria, condenando a Crono y los Titanes a prisión en el Tártaro.
Zeus sufrió la misma preocupación y, después de que fuera profetizado que su primera esposa Metis daría a luz un dios «más grande que él», se la tragó. Sin embargo Metis ya estaba encinta de Atenea y esto le entristeció hasta que ésta brotó de su cabeza, adulta y vestida para la guerra. Este «renacimiento» de Atenea fue usado como excusa para explicar por qué no fue derrocado por la siguiente generación de dioses, al tiempo que explica su presencia. Es probable que los cambios culturales ya en progreso absorbieran el arraigado culto local de Atenea en Atenas dentro del cambiante panteón olímpico sin conflicto porque no podía ser derrocado.
El pensamiento griego antiguo sobre poesía consideraba la teogonía como el género poético prototípico —el mythos prototípico— y le atribuía poderes casi mágicos. Orfeo, el poeta arquetípico, era también el arquetipo de cantante de teogonías, que usaba para calmar mares y tormentas en las Argonáuticas de Apolonio, y para conmover los pétreos corazones de los dioses del inframundo en su descenso al Hades. Cuando Hermes inventa la lira en el Himno homérico a Hermes, lo primero que hace es cantar el nacimiento de los dioses.La Teogonía de Hesíodo no es sólo el relato sobre los dioses conservado más completo, sino también el relato conservado más completo de la función arcaica de los poetas, con su larga invocación preliminar a las Musas. La teogonía fue también el tema de muchos poemas hoy perdidos, incluyendo los atribuidos a Orfeo, Museo, Epiménides, Abaris y otros legendarios videntes, que se usaban en rituales privados de purificación y en ritos mistéricos. Hay indicios de que Platón estaba familiarizado con alguna versión de la teogonía órfica. Sin embargo, se esperaba silencio sobre estos ritos y creencias religiosas, y que los miembros de la secta no hablasen sobre su naturaleza mientras creyesen en ellos. Después de que dejaran de ser creencias religiosas, pocos sabían sobre estos ritos y rituales. A menudo existieron alusiones, sin embargo, a aspectos que eran bastante públicos.
Existieron imágenes sobre cerámicas y obras religiosas que fueron interpretados o más probablemente malinterpretados en muchos mitos y leyendas diferentes. Unos pocos fragmentos de estas obras se conservan en citas de filósofos neoplatónicos y fragmentos de papiro recientemente desenterrados. Uno de estos fragmentos, el papiro de Derveni, demuestra actualmente que al menos en el siglo V a. C. existía un poema teogónico-cosmogónico de Orfeo. Este poema intentaba superar a la Teogonía de Hesíodo y la genealogía de los dioses se ampliaba con Nix (la Noche) como un comienzo definitivo antes de Urano, Crono y Zeus.La Noche y la Oscuridad podían equipararse al Caos.
Los primeros cosmólogos filosóficos reaccionaron contra, o a veces se basaron en, las concepciones míticas populares que habían existido en el mundo griego por algún tiempo. Algunas de estas concepciones populares pueden ser deducidas de la poesía de Homero y Hesíodo. En Homero, la Tierra era vista como un disco plano flotando en el río de Océano y dominado por un cielo semiesférico con sol, luna y estrellas. El Sol (Helios) cruzaba los cielos como auriga y navegaba alrededor de la Tierra en una copa dorada por la noche. Podían dirigirse oraciones y prestar juramentos por el sol, la tierra, el cielo, los ríos y los vientos. Las fisuras naturales se consideraban popularmente entradas a la morada subterránea de Hades, hogar de los muertos.
Pan (en griego, Πάν, ‘todo’) era el semidiós de los pastores y rebaños en la mitología griega. Era especialmente venerado en Arcadia, a pesar de no contar con grandes santuarios en su honor en dicha región. En la mitología romana se identifica a este dios con Fauno.
Pan era, también, el dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina desenfrenada. Dotado de una gran potencia y apetito sexual, se dedicaba a perseguir por los bosques, en busca de sus favores, a ninfas y muchachos.En muchos aspectos, el dios Pan tiene cierta similitud con Dioniso.
Era el dios de las brisas del amanecer y del atardecer. Vivía en compañía de las ninfas en una gruta del Parnaso llamada Coriciana. Se le atribuían dones proféticos y formaba parte del cortejo de Dioniso, puesto que se suponía que seguía a éste en sus costumbres. Era cazador, curandero y músico. Habitaba en los bosques y en las selvas, correteando tras las ovejas y espantando a los hombres que penetraban en sus terrenos.
Portaba en la mano el cayado o bastón de pastor y tocaba la Siringa, a la que también se conoce como Flauta de Pan. Le agradaban las fuentes y la sombra de los bosques, entre cuya maleza solía esconderse para espiar a las ninfas.
Se dice que Pan era especialmente irascible si se le molestaba durante sus siestas. Los habitantes de Arcadia tenían la creencia de que, cuando una persona hacía la siesta, no se la podía despertar bajo ningún concepto ya que, de esa forma, se interrumpía el sueño del dios Pan. En este caso, Pan se aproxima a la noción de Demonium Meridianum (Demonio del Mediodía).
Por último, como deidad, Pan representaba a toda la naturaleza salvaje. De esta forma, se le atribuía la generación del miedo enloquecedor. De ahí la palabra pánico que, en principio, significaba el temor masivo que sufrían manadas y rebaños ante el tronar y la caída de rayos.
Según cuenta Heródoto, unos días antes de la Batalla de Maratón, un mensajero ateniense que volvía de pedir ayuda a Esparta encontró al dios y éste le prometió que vencerían a los persas. Por ello, tras ganar efectivamente la batalla a causa de un súbito pánico en las filas enemigas, fue incluido entre los grandes dioses reconocidos por el estado. En la propia ciudad de Atenas se le consagró una de las grutas de la vertiente Norte de la Acrópolis y se decretó en su honor una fiesta anual donde se realizaban carreras de antorchas.
Los ritos de fertilidad originales fueron asumidos a partir del siglo V por las Bacantes, que duraron hasta bien entrada la Edad Media. Desde entonces, y hasta nuestros días, la imagen tradicional de Pan se asocia con la imagen del diablo (en forma de macho cabrío) y los aquelarres.
En la mitología griega, los dioses olímpicos son los principales dioses del panteón griego, que moraban en la cima del monte Olimpo, el más alto de Grecia. Hubo, en diferentes épocas, catorce dioses diferentes reconocidos como olímpicos, aunque nunca más de doce a la vez. De ahí que a veces se haga referencia a ellos como los doce olímpicos, también conocidos como Dodekatheon (en griego: Δωδεκάθεον < δώδεκα , dōdeka, "doce" + θεοί, theoi, "dioses").
Los doce olímpicos ganaron su supremacía en el mundo de los dioses después de que Zeus llevara a sus hermanos a la victoria en la guerra contra los Titanes.
Zeus, Hera, Poseidón, Deméter, Hestia, Hades, y Quirón (que no era un dios, sino un entrenador de los semidioses de los niños humanos de los dioses), eran hermanos.
Ares, Hermes, Hefesto, Atenea, Apolo, Artemisa, las Cárites, Heracles, Dioniso, Hebe, Perseo y Perséfone eran hijos de Zeus. Algunas versiones de los mitos declaran que Hefesto nació solo de Hera.
La primera referencia antigua de sus ceremonias religiosas se encuentra en el Himno homérico a Hermes. El culto griego de los doce olímpicos se remonta al siglo VI a. C. en Atenas y probablemente no tiene precedentes en la época micénica. El altar de los doce olímpicos en Atenas se fecha generalmente en el arcontado de Pesistrato el joven, en 522/521 a. C.
El concepto de "doce dioses" es más antiguo que cualquiera de nuestras fuentes griegas o romanas y es probable que su origen sea Anatolia.
Los seguidores de los dioses olímpicos, detalle de un bajorrelieve, sarcófago griego, c. 240 a. C. (Museo del Louvre).Zeus, Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo y Artemisa son siempre considerados dioses olímpicos. Hestia, Deméter, Dioniso y Hades son los dioses variables que completaban la docena. Perséfone pasaba la tercera parte del año en el inframundo (provocando así el invierno) y se le permitía volver al Olimpo durante los restantes ocho meses para que pudiera estar con su madre, Deméter. Y, aunque Hades (mitología romana:Plutón) siempre fue uno de los principales dioses griegos, su morada en el mundo subterráneo de los muertos hacía su relación con los olímpicos más delicada. Por esta razón, generalmente incluido en esta lista. No tenía un asiento en el panteón ya que pasó casi todo su tiempo en el inframundo, en el que era el rey.
Heródoto incluyó en su Dodekatheon las deidades siguientes: Zeus, Hera, Poseidón, Hermes, Atenea, Apolo, Alfeo, Crono, Rea y las Cárites. Heródoto también incluye a Heracles como uno de los doce.Luciano también incluye a Heracles y Asclepio como miembros de los doce, sin detallar qué dos tuvieron que ceder su sitio. En Cos, Heracles y Dioniso se añaden a los doce y Ares y Hefesto son olvidados.Sin embargo, Píndaro, Apolodoro y Heródoto discrepan con esto. Para ellos, Heracles no es uno de los doce dioses, sino el que estableció su culto.Hebe, Helios, Eros (también conocido como Cupido), Selene y Perséfone son otros importantes dioses y diosas que a veces se incluyen en un grupo de doce. Eros se representa a menudo junto a los otros doce, especialmente su madre Afrodita, pero rara vez es considerado como uno de los olímpicos.
Los doce dioses y diosas que figuran entre los doce con más frecuencia.
1) Zeus: Rey de los dioses y gobernante del monte Olimpo; dios del cielo y el trueno. Hijo menor de los titanes Crono y Rea. Los símbolos incluyen el rayo, el águila, el roble, el cetro y la balanza. Hermano y marido de Hera, aunque tuvo muchos amantes.
2) Hera: Reina de los dioses y diosa del matrimonio y la familia. Los símbolos incluyen el pavo real, la granada, la corona, el cuco, el león y la vaca. Hija menor de Crono y Rea. Esposa y hermana de Zeus. Siendo la diosa del matrimonio, con frecuencia trata de vengarse de las amantes de Zeus y sus hijos.
3) Poseidón: Señor de los mares, los terremotos y los caballos. Los símbolos incluyen el caballo, el toro, el delfín y el tridente. Medio hijo de Crono y Rea. Hermano de Zeus y Hades. Casado con la nereida Anfítrite, aunque, como la mayor parte de dioses masculinos griegos, tuvo muchos amantes.
4) Dioniso: Dios del vino, las celebraciones y el éxtasis. Dios patrón del arte del teatro. Los símbolos incluyen la vid, la hiedra, la copa, el tigre, la pantera, el leopardo, el delfín y la cabra. Hijo de Zeus y de la mortal princesa de Tebas Sémele. Casado con la princesa cretense Ariadna. El olímpico más joven, así como el único nacido de una mujer mortal.
5) Apolo: Dios de la luz, el conocimiento, la música, la poesía, la profecía y el tiro con arco. Los símbolos incluyen el sol, la lira, el arco y la flecha, el cuervo, el delfín, el lobo, el cisne y el ratón. Hermano gemelo de Artemisa. Hijo menor de Zeus y Leto.
6) Diana: Diosa virgen de la caza, la virginidad, el parto, el tiro con arco y todos los animales. Los símbolos incluyen la luna, el ciervo, el perro de caza, la osa, la serpiente, el ciprés y el arco y la flecha. Hermana gemela de Apolo. Hija mayor de Zeus y Leto.
7) Hermes: Mensajero de los dioses; dios del comercio y los ladrones. Los símbolos incluyen el caduceo (vara entrelazada con dos serpientes), las sandalias y el casco alados, la cigüeña y la tortuga (cuyo caparazón usó para inventar la lira). Hijo de Zeus y la ninfa Maia. El segundo olímpico más joven, apenas mayor que Dioniso. Se casó con Dríope, hija del rey Dríope, y su hijo Pan se convirtió en el dios de la naturaleza, el señor de los sátiros, el inventor de la flauta y el compañero de Dioniso.
8) Atenea: Virgen diosa de la sabiduría, la artesanía, la defensa y la guerra estratégica. Los símbolos incluyen el búho y el olivo. Hija de Zeus y de la oceánide Metis, surgida de la cabeza de su padre totalmente adulta y con armadura de combate completa después de que este se hubiera tragado a su madre.
9) Ares: Dios de la guerra, la violencia y el derramamiento de sangre. Los símbolos incluyen el jabalí, la serpiente, el perro, el buitre, la lanza y el escudo. Hijo de Zeus y Hera, todos los otros dioses (con exclusión de Afrodita) lo despreciaban. Su nombre latino, Marte, nos dio la palabra "marcial".
10) Afrodita: Diosa del amor, la belleza y el deseo. Los símbolos incluyen la paloma, el pájaro, la manzana, la abeja, el cisne, el mirto y la rosa. Hija de Zeus y de la oceánide Dione, o tal vez nacida de la espuma del mar después de que la sangre de Urano goteara sobre la tierra y el mar tras ser derrotado por su hijo menor Crono. Casada con Hefesto, aunque tuvo muchas relaciones adúlteras, en especial con Ares. Su nombre nos dio la palabra "afrodisíaco".
11) Hefesto: Maestro herrero y artesano de los dioses; dios del fuego y la forja. Los símbolos incluyen el fuego, el yunque, el hacha, el burro, el martillo, las tenazas y la codorniz. Hijo de Hera, por Zeus o solo. Después de que él naciera, sus padres le arrojaron fuera del monte Olimpo, aterrizando en la isla de Lemnos. Casado con Afrodita, aunque a diferencia de la mayoría de los maridos divinos, raramente fue licencioso. Su nombre latino, Vulcano, nos dio la palabra "volcán".
12) Deméter: Diosa de la fertilidad, la agricultura, la naturaleza y las estaciones del año. Los símbolos incluyen la amapola, el trigo, la antorcha y el cerdo. Medio hija de Crono y Rea. Su nombre latino, Ceres, nos dio la palabra "cereal".
En la mitología griega, Aquiles (en griego antiguo Ἀχιλλεύς Αἰακίδης, Akhilleus Aiakidēs, también transliterado como Aquileo), nieto de Éaco e hijo de Peleo y de la diosa Tetis, fue un héroe de la Guerra de Troya y uno de los principales protagonistas y más grandes guerreros de la Ilíada de Homero. En la célebre obra homérica, Aquiles suele ser calificado como «el de los pies ligeros», ya que se le consideraba el más veloz de los hombres.
Aquiles era el hijo del mortal Peleo, rey de los mirmidones en Ftía (sureste de Tesalia), y la diosa marina Tetis. Zeus y Poseidón se habían disputado su mano hasta que Prometeo (o, según otras fuentes, Temis), profetizó que Tetis engendraría un hijo más grande que su padre. Por esta razón ambos tuvieron que renunciar a su deseo, y Tetis fue obligada a casarse con Peleo. Hay una versión alternativa en las Argonáuticas, donde Hera alude a la casta resistencia de Tetis a los avances de Zeus, por lo que habría sido leal al lazo matrimonial de Hera rechazándole fríamente.
Según el poema incompleto Aquileida, escrito por Estacio en el siglo I, versión que no aparece en otras fuentes, cuando Aquiles nació Tetis intentó hacerle inmortal sumergiéndolo en la laguna Estigia, pero olvidó mojar el talón por el que le sujetaba, dejando vulnerable ese punto. (Véase talón de Aquiles, tendón de Aquiles.) No está claro si esta versión del mito se conocía anteriormente. En otra versión de la historia, Tetis ungía al niño con ambrosía y lo ponía al fuego del hogar para quemar las partes mortales de su cuerpo. Fue interrumpida en estos quehaceres por Peleo, que arrancó con violencia al niño de sus manos y éste quedó con un talón carbonizado. Tetis, enfurecida, abandonó a ambos. Peleo sustituyó el talón quemado de Aquiles por la taba del gigante Dámiso, célebre por su velocidad en la carrera. De ahí que se nombrara a Aquiles como ‘el de los pies ligeros’ (podas ôkus).
Sin embargo, ninguna de las fuentes anteriores a Estacio hace referencia a esta invulnerabilidad. Al contrario, en la Ilíada Homero menciona que Aquiles es herido: en el Libro XXI el héroe peonio Asteropeo, hijo de Pelegón, desafía a Aquiles junto al río Escamandro. Le arrojó dos lanzas a la vez, alcanzando una el hombro de Aquiles, «del cual brotó negra sangre».Tampoco en los poemas fragmentarios del ciclo troyano en los que aparece una descripción de la muerte del héroe —Cipria (autor desconocido), Etiópida de Arctino de Mileto, Pequeña Ilíada de Lesques e Iliupersis de Arctino— hay rastro de referencias a su invulnerabilidad o su famoso talón. En vasijas pintadas posteriores representando la muerte de Aquiles, una flecha (o en muchos casos varias) alcanza su cuerpo.
Peleo confió a Aquiles y Patroclo al centauro Quirón en el monte Pelión para que los criase. Quirón los alimentó con fieros jabalíes, entrañas de león y médula de oso para aumentar su valentía; además, les enseñó el tiro con arco, el arte de la elocuencia y la curación de las heridas. La musa Calíope les enseñó el canto, y el profeta Calcante predijo que a Aquiles se le daría a escoger entre una vida corta y gloriosa o larga en años y anodina.
También en el canto IX de la Ilíada se cuenta que en la embajada integrada por Odiseo, Áyax Telamonio y Fénix que este último —caballero mirmidón— habría criado al héroe cuando era un niño, mencionando pasajes íntimos de su infancia, así como en otros comentarios de la obra la convivencia con su madre la nereida Tetis en el palacio de su padre. Por otro lado en Ifigenia en Áulide de Eurípides se canta que Quirón predijo las hazañas de Aquiles.
Algunas fuentes posteriores a Homero afirman que para mantener a Aquiles alejado de la guerra, Tetis (o en algunas versiones Peleo) escondió al joven en la corte de Licomedes, rey de Esciro. Allí Aquiles fue disfrazado de doncella y vivió entre las hijas de Licomedes con el nombre de Pirra (‘pelirroja’). Con una de ellas, Deidamia, a quien en la versión de Estacio violaba, tuvo a su único hijo, Neoptólemo (también llamado Pirro, por el apodo de su padre). Según esta historia, Odiseo supo por el profeta Calcas que los aqueos serían incapaces de capturar Troya sin la ayuda Aquiles, por lo que marchó a Esciro disfrazado de vendedor ambulante vendiendo ropas y joyas femeninas entre las que puso un escudo y una lanza. Cuando Aquiles inmediatamente tomó la lanza, Odiseo le descubrió a pesar del disfraz y le convenció para unirse a la campaña de Troya. En otra versión de la historia, Odiseo tocó una trompeta de alarma mientras estaba con las mujeres de Licomedes. Mientras éstas huyeron presas del pánico, Aquiles se preparó para defender la corte, desvelando así su identidad.
En la Odisea de Homero hay un pasaje en el que Odiseo navega hasta el inframundo y conversa con las sombras. Una de éstas es Aquiles, quien saludado como «bendito en vida, bendito en la muerte», responde que preferiría ser esclavo del peor de los amos a rey de todos los muertos. Esto ha sido interpretado como un rechazo a su vida de guerrero, pero también como una humillación a la levedad de su martirio. Aquiles era adorado como un dios del mar en muchas de las colonias griegas del mar Negro, ubicación de la mítica «Isla Blanca» en la que se decía que habitaba tras su muerte, junto con muchos otros héroes.
La literatura posthomérica explora una interpretación pederasta del amor entre Aquiles y Patroclo. Para los siglos V y IV, la estrecha —y discutiblemente ambigua— amistad retratada por Homero floreció en una inequívoca relación amorosa y erótica en las obras de Esquilo, Platón y Esquines, y parece haber inspirado los enigmáticos versos en el Alejandra de Licofrón que afirmaban que Aquiles mató a Troilo por una cuestión de amor no correspondido.
Los reyes de Epiro reivindicaban ser descendientes de Aquiles por su hijo. Alejandro Magno, hijo de la princesa Olimpia de Epiro, podría por tanto reclamar también este parentesco, y se esforzó en ser como su gran antepasado de muchas formas. Se dice que visitó su tumba al pasar por Troya.
Algunos también afirman que Aquiles se casó con Medea y que tras su muerte ambos se unieron en los Campos Elíseos del Hades, como Hera prometiese a Tetis en la Argonáutica de Apolonio. En algunas versiones del mito, Aquiles tuvo una aventura con su cautiva Briseida.
La Ilíada de Homero es el relato más famoso de las hazañas de Aquiles en la Guerra de Troya. La épica homérica sólo abarca unas pocas semanas de la guerra y no narra la muerte de Aquiles. Comienza con su retirada de la batalla tras ser deshonrado por Agamenón, el comandante de las fuerzas aqueas. Agamenón había tomado a una mujer llamada Criseida como esclava, y el padre de ésta, Crises, un sacerdote de Apolo, le rogó que se la devolviera. Agamenón se negó y Apolo envió una plaga entre los griegos. El profeta Calcante determinó correctamente la fuente de los problemas pero no quiso hablar a menos que Aquiles jurase protegerle. Aquiles así lo hizo, por lo que Calcante declaró que Criseida debía ser devuelta a su padre. Agamenón accedió, pero exigió entonces que la esclava de Aquiles, Briseida, debía dársele como reemplazo. Enfadado por esta deshonra (y como dice más tarde, porque amaba a Briseida) y a instancias de Tetis, Aquiles se negó a luchar y llevar a sus mirmidones junto a las fuerzas griegas.
Como la batalla se volvió contra los griegos, Néstor declaró que si Agamenón no hubiese enfadado a Aquiles, los troyanos no estarían ganando, y le pidió que le aplacase. Agamenón accedió y envió a Odiseo y a otros dos jefes para ofrecer a Aquiles la devolución de Briseida y otros obsequios. Aquiles los rechazó tercamente y pidió a los griegos que navegaran de vuelta a casa como él estaba planeando hacer.
Sin embargo, deseando conservar su gloria a pesar de su ausencia de la batalla, finalmente Aquiles rezó a su madre Tetis, pidiéndole que rogase a Zeus que permitiese a los troyanos hacer retroceder a las fuerzas griegas. Los troyanos, dirigidos por Héctor, hicieron así retroceder al ejército griego hasta las playas y asaltaron sus barcos. Con las fuerzas griegas al borde de la destrucción absoluta, Aquiles accedió a que Patroclo llevase a los mirmidones a la batalla, aunque él permanecería en su tienda. Patroclo logró repeler a los troyanos de las playas, pero murió a manos de Héctor antes de que lograsen asaltar realmente la ciudad de Troya.
Tras recibir de Antíloco, el hijo de Néstor, la noticia de la muerte de Patroclo, Aquiles lloró sobre el cuerpo de su amigo. Su madre Tetis vino a consolar al afligido Aquiles, persuadiéndole para que Hefesto le hiciese una nueva armadura, en lugar de la que Patroclo había llevado y que fue arrebatada por Héctor. La nueva armadura incluía el escudo de Aquiles, descrito con gran detalle por el poeta.
Enfurecido por la muerte de Patroclo, Aquiles terminó con su negativa a luchar y regresó al campo de batalla matando muchos hombres en su ira, pero siempre buscando a Héctor. Incluso luchó contra el dios fluvial Escamandro, que se enfadó porque estaba obstruyendo sus aguas con todos los hombres que mataba. El dios intentó ahogarle pero fue detenido por Hera y Hefesto. El propio Zeus advirtió la furia de Aquiles y envió a los dioses para contenerlos, pues Troya no debía destruirse aún. Finalmente Aquiles encontró a su víctima y persiguió a Héctor alrededor de las murallas de Troya. Dieron tres vueltas en torno a ellas hasta que Atenea tomó la forma de Deífobo, hermano de Héctor y así convenció a este último para luchar cara a cara contra Aquiles. Aquiles obtuvo su venganza y mató a Héctor clavándole la lanza en el cuello. Entonces ató el cuerpo a su carro y lo arrastró por el campo de batalla durante nueve días. Luego presidió los juegos funerarios en honor de Patroclo.
Con la ayuda del dios Hermes, Príamo, el padre de Héctor, fue a la tienda de Aquiles y le convenció de que le permitiese celebrar los ritos funerarios de su hijo. El pasaje final de la Ilíada es el funeral de Héctor, tras el que la caída de Troya es sólo una cuestión de tiempo.
Aquiles, tras su tregua temporal con Príamo, luchó y mató a la reina amazona Pentesilea. Aquiles atravesó su pecho con una lanza, pero al verla morir quedó sobrecogido por su belleza, y cuando Tersites, uno de los soldados griegos, se burló de él por esta pasión, Aquiles le mató. Diomedes, primo de Tersites, arrojó en venganza el cuerpo de la amazona al río Escamandro. Según otras versiones, fue Aquiles quien lo enterró en las orillas de este río.
Tras la muerte de Patroclo, el compañero más cercano de Aquiles pasó a ser Antíloco, el hijo de Néstor. Cuando Memnón de Etiopía mató a Antíloco, Aquiles irrumpió de nuevo en el campo de batalla buscando venganza. La lucha entre Aquiles y Memnón por Antíloco se hace eco de la de Aquiles y Héctor por Patroclo, salvo porque Memnón (a diferencia de Héctor) es también hijo de una diosa, como Aquiles. Muchos investigadores homéricos argumentan que este episodio inspiró muchos detalles de la Ilíada sobre la descripción de la muerte de Patroclo y la reacción de Aquiles. El episodio formó así la base de la épica cíclica Etiópida, que fue compuesta tras la Ilíada, posiblemente el siglo VII a. C. La Etiópida se ha perdido, salvo por fragmentos dispersos citados por autores posteriores. Quinto de Esmirna también nos da un tratamiento épico a la muerte de Memnón y a la inmortalidad entonces concedida por Zeus, así como una descripción lírica del extremo dolor de sus compatriotas.
Como había predicho Héctor en su último aliento, Paris mató más tarde a Aquiles, bien con una flecha (en el talón según Estacio) o con un cuchillo por la espalda cuando visitaba a Políxena, una princesa troyana. En algunas versiones, el dios Apolo guiaba la flecha de Paris, o bien era Apolo el que lo mataba sin intervención de Paris.
Sus huesos fueron mezclados con los de Patroclo, y se celebraron juegos funerarios. Aquiles fue representado en la pérdida épica de la Guerra de Troya de Arctino de Mileto viviendo tras su muerte en la isla de Leuce en la desembocadura del Danubio.
Más tarde Filoctetes mató a Paris usando el enorme arco de Heracles.
El destino de la armadura de Aquiles.
La armadura de Aquiles fue objeto de una disputa entre Odiseo y Áyax el Grande (primo mayor de Aquiles). Ambos compitieron por ella dando discursos sobre por qué fueron los más bravos tras Aquiles y los más merecedores del mismo. Odiseo ganó. Áyax se volvió loco de dolor y angustia y juró matar a sus compañeros; empezó a matar vacas u ovejas, creyendo en su locura que eran soldados griegos. Entonces se suicidó.
Antecedentes: la sublevación de Jonia. Artículo principal: Revuelta jónica (Libros V y VI de las Historia de Heródoto)
En el siglo VII a. C. las mismas se encontraban bajo la soberanía del reino de Lidia, si bien gozaban de cierta autonomía a cambio de pagarle tributo. En 546 a. C. el rey Creso de Lidia (el último monarca lidio en gobernar Jonia) fue derrotado por el rey persa Ciro, pasando desde entonces su reino y las ciudades griegas a formar parte del Imperio persa.
Darío I, sucesor de Ciro, gobernó las ciudades griegas con tacto y procurando ser tolerante. Pero, como habían hecho sus antecesores, siguió la estrategia de dividir y vencer: apoyó el desarrollo comercial de los fenicios, que formaban parte de su imperio desde antes, y que eran rivales tradicionales de los griegos. Además, los jonios sufrieron duros golpes, como la conquista de su floreciente suburbio de Naucratis, en Egipto, la conquista de Bizancio, llave del Mar Negro, y la caída de Síbaris, uno de sus mayores mercados de tejidos y un punto de apoyo vital para el comercio.
De estas acciones se derivó un resentimiento contra el opresor persa. El ambicioso tirano de Mileto, Aristágoras, aprovechó este sentimiento para movilizar a las ciudades jónicas contra el Imperio persa, en el año 499 a. C. Aristágoras pidió ayuda a las metrópolis de la Hélade, pero sólo Atenas, que envió 20 barcos (probablemente la mitad de su flota) y Eretria (en la isla de Eubea), , acudieron en su ayuda; no recibió ayuda de Esparta. El ejército griego se dirigió a Sardes, capital de la satrapía persa de Lidia, y la redujo a cenizas, mientras que la flota recuperaba Bizancio. Darío I, por su parte, envió un ejército que destruyó al ejército griego en Éfeso y hundió la flota helena en la batalla naval de Lade.
Tras sofocar la rebelión, los persas reconquistaron una tras otra las ciudades jonias y, después de un largo asedio, arrasaron Mileto. Murió en combate la mayor parte de la población, y los supervivientes fueron esclavizados y deportados a Mesopotamia.
La Primera Guerra MédicaArtículo principal: Primera Guerra Médica (Libro VI de la Historia de Heródoto)
Darío I, rey de los persas.Tras el duro golpe dado a las polis jonias, Darío I se decidió a castigar a aquellos que habían auxiliado a los rebeldes. Según la leyenda, preguntó: «¿Quién es esa gente que se llama atenienses?», y al conocer la respuesta, exclamó: «¡Oh Ormuz, dame ocasión de vengarme de los atenienses!». Después, cada vez que se sentaba a la mesa, uno de sus servidores debía decirle tres veces al oído «¡Señor, acordaos de los atenienses!». Es por esto que encargó la dirección de la represalia a su sobrino Artafernes y a un noble llamado Datis.
Mientras tanto, en Atenas algunos hombres ya veían los signos del inminente peligro. El primero de ellos fue Temístocles, elegido arconte en 493 a. C. Temístocles creía que la Hélade no tendría salvación en caso de un ataque persa, si Atenas no desarrollaba antes una poderosa marina.
De esta forma, fortificó el puerto de El Pireo, convirtiéndolo en una poderosa base naval, más pronto surgiría un rival político que impediría el resto de sus reformas. Se trataba de Milcíades, miembro de una gran familia ateniense huida de las costas del Asia Menor. Se oponía a Temístocles porque consideraba que los griegos debían defenderse primero por tierra, esperanzado en la supremacía de las largas lanzas griegas contra los arqueros persas. Los atenienses decidieron poner en sus manos la situación, enfrentando así la invasión persa.
La flota persa se hizo a la mar en el verano de 490 a. C., dirigidos por Artafernes, conquistando las islas Cícladas y posteriormente Eubea, como represalia a su intervención en la revuelta jonia. Posteriormente, el ejército persa, comandado por Datis, desembarcó en la costa oriental del Ática, en la llanura de Maratón, lugar recomendado por Hipias (anterior tirano de Atenas, a favor de los persas desde su exilio) para ofrecer batalla, por considerarla el mejor lugar para que actuara la caballería persa.
Maratón (septiembre, 490 a. C.)Artículo principal: Batalla de Maratón
Milcíades, avisado del desembarco persa, exhortó a los atenienses a hacerles frente. Los persas, perseguidos por los griegos, que mataron numerosos enemigos en fuga y lograron apoderarse de ocho naves enemigas, pero que no pudieron cortar la retirada del grueso del ejército persa, que protegido por la reagrupación y sacrificio de algunos cientos de hombres pudo reembarcarse precipitadamente. De inmediato dio Artafernes la orden de dirigirse hacia Atenas, esperando llegar a una ciudad desguarnecida.
Las bajas persas ascendieron a más de 6.000 hombres, mientras los griegos sólo perdieron 192, incluido el polemarco Calímaco. Milcíades ordenó dirigirse de inmediato a Atenas y envió por delante a su mejor corredor-mensajero, el propio Filípides, para levantar la moral combativa de la ciudad. Filípides dio la sensacional noticia de la victoria y cayó muerto por el esfuerzo, según la tradición, aunque algunos autores apuntan que fue por consecuencia de las heridas recibidas en el combate. Las tropas llegaron horas después, a marcha forzada, y se fortificaron en el Pireo y la propia Atenas. Ante el evidente despliegue defensivo de los griegos y la desmoralización de las multitudinarias tropas persas, Artafernes no se decidió a desembarcar y dirigió las naves hacia el Asia Menor.
Tres días después de la batalla, los espartanos mandaron 300 hombres al mando de uno de sus generales, pero en la llanura de Maratón sólo yacían los restos de los caídos de ambos bandos, pues los atenienses, en la precipitación de su retorno a su ciudad, no habían tenido tiempo de sepultar a sus hombres.
La derrota de los persas se debió a dos factores fundamentales. Uno era la organización estratégica persa, que hacía combatir a sus hombres agrupados por nacionalidades, no por armas, lo que debilitaba militarmente a sus fuerzas pero era necesario para mantener la disciplina en un ejército que combatía en su mayor parte (con la excepción de medos y persas propiamente dichos) para un monarca invasor de su propio país, invadiendo otro país extraño. El segundo y no menos importante, consistía en que los griegos, al contrario de sus enemigos, estaban animados por un patriotismo muy poco conocido en aquella época, alimentado sobre todo por los logros políticos de la democracia ateniense, hija de las reformas de Clístenes, que hacía de los ciudadanos de Atenas hombres especialmente libres y con derechos políticos, en comparación con los súbditos de otras naciones organizadas, regidas casi todas por déspotas absolutos.
Temístocles retoma el mando en Atenas
Acrópolis de Atenas.El victorioso Milcíades quiso aprovechar el momento de gloria para expandir el poder de Atenas en el Mar Egeo, por lo que poco después de Maratón envió una parte de la flota contra las islas Cícladas, sometidas todavía a los persas. Atacó la isla de Paros, exigiendo a sus habitantes un tributo de 100 talentos, y al negarse la ciudad le puso sitio, pero la defensa fue tan ardua que los griegos tuvieron que contentarse con unos pocos saqueos. Este pobre resultado empezó a desilusionar a los atenienses con respecto a Milcíades, llegando a verle incluso como un tirano que despreciaba las leyes.
Los enemigos de Milcíades le acusaron de haber engañado al pueblo y le sometieron a proceso, en el que no se pudo defender por haber sido herido en un accidente y estar postrado en una camilla. Se le declaró culpable, salvando la pena capital común en estos casos por los servicios prestados antes a la patria, condenándole a pagar la elevada suma de 50 talentos. Poco después moriría a causa de sus heridas. Sería ahora Temístocles quien tomaría las riendas de Atenas.
En el año 481 a. C., los representantes de diferentes poleis, encabezadas por Atenas y Esparta, firmaron un pacto militar (symmaquia) para protegerse de un posible ataque del Imperio aqueménida . Según este pacto, en caso de invasión correspondería a Esparta la tarea de dirigir el ejército helénico. Su resultado fue una tregua general, que incluso propició el regreso de algunos desterrados.
La Segunda Guerra Médica. Artículo principal: Segunda Guerra Médica (Libros VII, VIII y IX de las Historia de Heródoto)
«Tendréis toda la tierra y el agua que queráis»Tras la muerte de Darío, su hijo Jerjes subió al poder, ocupándose los primeros años de su reinado en reprimir revueltas en Egipto y Babilonia, y preparándose a continuación para atacar a los griegos. Antes había enviado a Grecia embajadores a todas las ciudades para pedirles tierra y agua, símbolos de sumisión. Muchas islas y ciudades aceptaron, pero no Atenas y Esparta. Se cuenta que los espartanos, al igual que sucedió en Atenas, ignorando la inmunidad diplomática, respondieron a los embajadores: «Tendréis toda la tierra y el agua que queráis», y los tomaron y arrojaron a un pozo. Era una declaración de intenciones hostiles definitiva.
Sin embargo, en Esparta se empezaron a dar augurios nefastos, causados por la ira de los dioses debido a este acto de insolencia. Se llamó a los ciudadanos espartanos para solicitar si alguno de ellos era capaz de sacrificarse para satisfacer a los dioses y aplacar su ira. Dos ricos espartanos ofrecieron entregarse al rey persa, y se encaminaron hacia Susa, donde los recibió Jerjes, quien quiso obligarles a postrarse ante él. Sin embargo, los emisarios espartanos se resistieron, y le respondieron: «Rey de los medos, los lacedemonios nos han enviado para que puedas vengar en nosotros la muerte dada a tus embajadores en Esparta». Jerjes les respondió que no iba a hacerse reo del mismo crimen, ni creía que con su muerte los liberaría de la deshonra.
Las Termópilas. Artículo principal: Batalla de las Termópilas
Leónidas en las Termópilas.El poderoso ejército de Jerjes, que se estima en alrededor de 500.000 hombres (sin embargo, se considera hoy en día que la logística de la época sólo podría haber alcanzado para unos 250.000), mejor equipados que aquellos bajo el mando de Darío, partió el 480 a. C.
Llevaban en la cabeza una especie de sombrero llamado tiara, de fieltro de lana; alrededor del cuerpo, túnicas de mangas guarnecidas a manera de escamas; cubrían sus piernas con una especie de pantalón largo; en vez de escudos de metal portaban escudos de mimbre; tienen lanzas cortas, arcos grandes, flechas de caña de aljabas y puñales pendiendo de la cintura.
(Plutarco)
El Estado Mayor de Jerjes estaba compuesto por seis miembros, muchos de ellos parientes cercanos del rey: Mardonio, Tritantacmes, Esmerdomenes, Masistes, Gergis y Megabizo.
Para cruzar el Helesponto, en un pasaje de Heródoto se nos cuenta cómo se construyó un imponente puente de barcas por el cual el ejército de Jerjes debía atravesar el mar, pero una tormenta lo destruyó, y Jerjes culpó al mar ordenando a sus torturadores que dieran mil latigazos como castigo a las aguas.
Finalmente cruzó el mar y siguiendo la ruta de la costa se adentró en la península. Paralelamente, la flota avanzaba bordeando la costa, para lo cual se construyó también un canal para evitar el tempestuoso cabo del Monte Athos. Las tropas helenas, que conocían estos movimientos, decidieron detenerlos el máximo tiempo posible en el desfiladero de las Termópilas (que significa «Puertas Calientes»). Al menos el tiempo suficiente para asegurar la defensa de Grecia en el istmo de Corinto.
En este lugar, el rey espartano Leónidas I situó a unos 300 soldados espartanos y 1000 más de otras regiones. Jerjes le envió un mensaje exhortándoles a entregar las armas, a lo que respondieron: «Ven a tomarlas». Tras cinco días de espera, y viendo que su superioridad numérica no hacía huir al enemigo, los persas atacaron.
El ejército griego se basaba en el núcleo de la infantería pesada de los hoplitas, soldados de infantería con un gran escudo (hoplon, de ahí su nombre), una lanza, coraza y cnémidas de protección. Formaban en falange, presentando un muro de bronce y hierro con el objetivo de detener a los enemigos en la lucha cuerpo a cuerpo.
Las técnicas persas se basaban en una infantería ligera, sin corazas y con armas arrojadizas principalmente, además de la famosa caballería de arqueros y carros. El único cuerpo de élite persa eran los llamados «Inmortales», soldados de infantería pesada que constituían la guardia personal del rey persa.
Sin embargo, en aquel desfiladero tan estrecho los persas no podían usar su famosa caballería, y su superioridad numérica quedaba bloqueada, pues sus lanzas eran más cortas que las griegas. La estrechez del paso les hacía combatir con similar número de efectivos en cada oleada persa, por lo que no les quedó más opción que replegarse después de dos días de batalla.
Pero ocurrió que un traidor, llamado Efialtes, condujo a Jerjes a través de los bosques para llegar por la retaguardia a la salida de las Termópilas.
La protección del camino había sido encomendada a 1.000 focidios, que tenían excelentes posiciones defensivas, pero éstos se acobardaron ante el avance persa y huyeron. Al conocer la noticia, algunos griegos hicieron ver lo inútil de su situación para evitar una matanza, decidiendo entonces Leónidas dejar partir a los que quisieran marcharse, quedándose él, su ejército de 300 espartanos y 700 hoplitas de Tespias, firmes en sus puestos.
Atacados por el frente y la espalda, los espartanos y los tespias sucumbieron después de haber aniquilado a 10.000 persas. Posteriormente se levantaría en ese lugar una inscripción (Heródoto VII 228):
«Extranjero, informa a los espartanos que aquí yacemos obedeciendo a sus preceptos».
Una nota sobre la traducción: ya sea de forma poética o interpretada el texto no debería leerse en tono imperativo sino como una petición de ayuda parte de un saludo para un visitante. Lo que se busca en la petición es que el visitante, una vez deje el lugar, vaya y les anuncie a los espartanos que los muertos siguen aún en las Termópilas, manteniéndose fieles hasta el fin, de acuerdo a las órdenes de su rey y su gente. No les importaba a los guerreros espartanos morir, o que sus conciudadanos supieran que habían muerto. Al contrario, el tono usado es que hasta su muerte se mantuvieron fieles. Se puede traducir de muchas formas, usando «Lacedemonia» en vez de «Esparta», sacrificando comprensión por literalidad.
Salamina. Artículo principal: Batalla de Salamina
Temístocles.Con el paso de las Termópilas franco, toda la Grecia central estaba a los pies del rey persa. Tras la derrota de Leónidas, la flota griega abandonó sus posiciones en Eubea y evacuó Atenas, buscando refugio para las mujeres y los niños en las cercanías de la isla de Salamina. Desde ese lugar presenciaron el saqueo e incendio de la Acrópolis por las tropas dirigidas por Mardonio.
A pesar de ello, Temístocles aún tenía un plan: atraer a la flota persa y entablar batalla en Salamina, con una estrategia que lograría vencerles. Se cuenta que Temístocles envió a su esclavo Sicino (o el eunuco Arnaces, según la fuente), haciéndose pasar por traidor ante el rey de Persia, contándole que parte de la armada griega escaparía de noche, incitando de este modo a Jerjes para que dividiera su flota enviando parte de ella a cerrar el canal por el otro lado, pero no está comprobado.
Lo cierto es que Jerjes decidió entablar combate naval, utilizando un gran número de barcos, muchos de ellos de sus súbditos fenicios. Sin embargo, la flota persa no tenía coordinación al atacar, mientras que los griegos tenían perfilada su estrategia: sus alas envolverían a los navíos persas y los empujarían unos contra otros para privarlos de movimiento. Su plan resultó, y el caos cundió entre la flota persa, con nefasto resultado: sus barcos se obstaculizaron y chocaron entre sí, yéndose a pique muchos de ellos, y contando además con que los persas no eran buenos nadadores, mientras que los griegos al caer al mar podían nadar hasta la playa. La noche puso fin al combate, tras el cual se retiró destruida la otrora poderosa armada persa. Jerjes presenció impotente la batalla, desde lo alto de una colina.
Los helenos sabían que cuando llega la hora del combate, ni el número ni la majestad de los barcos ni los gritos de guerra de los bárbaros pueden atemorizar a los hombres que saben defenderse cuerpo a cuerpo, y tienen el valor de atacar al enemigo.
(Plutarco)
Fin de la Segunda Guerra Médica.
Temístocles quiso llevar la guerra a Asia Menor, enviar allí la flota y sublevar las colonias jónicas contra el rey de Persia, pero Esparta se opuso, por el temor de dejar desprotegido el Peloponeso.
La guerra continuó al volver el ejército persa para invadir el Ática en el 479 a. C. comandado por Mardonio bajo las órdenes de Jerjes I. Mardonio ofreció la libertad a los griegos si firmaban la paz, pero el único miembro del consejo de Atenas que votó a favor fue condenado a muerte por sus compañeros. De esta forma, los atenienses hubieron de buscar refugio nuevamente en Salamina, y su ciudad fue incendiada por segunda vez.
Al enterarse de que el ejército espartano (increpado con amenazas por los atenienses para que les prestaran ayuda) se dirigía contra ellos, los persas se retiraron hacia el Oeste, hasta Platea. Dirigidos por su regente Pausanias, conocido por su sangre fría, los espartanos, junto a los atenienses y los demás aliados griegos lograron otra estruendosa victoria sobre los persas, (Batalla de Platea, 27 de agosto 479 a. C.), capturando de paso un gran botín que les estaba esperando en el campamento persa. Además de la victoria en Platea, ocurrió poco tiempo después el hundimiento de la flota persa en Mícala, que fue además la señal para el levantamiento de los jonios contra sus opresores. Los persas se retiraron de Grecia, poniendo así fin a los sueños de Jerjes I de conquistar el mundo helénico.
Pentecontecia. Artículo principal: Pentecontecia.
Aparece la llamada Pentecontecia, término usado para referirnos al período de la historia de Grecia desde la derrota de los persas en la segunda guerra médica en Platea, al inicio de la Guerra del Peloponeso, concretamente la Guerra arquidámica, en 432 a. C.
Fue un conflicto que enfrentó a las ciudades de la Liga del Peloponeso, encabezadas por Esparta, a las de la Liga de Delos, encabezadas por Atenas, y el comienzo de la tercera guerra médica en el 471 a. C.
La Tercera Guerra Médica.
Durante esta época los atenienses y los espartanos fundan la Liga Ático-Délica en memoria de la symmaquia, que tendría como principal objetivo el proteger a Atenas y las colonias jonias del Asia Menor. Esta liga estaría totalmente comandada por Atenas, llevando así las directrices en todos los aspectos posibles, por lo que de esta manera se convierte en el mayor pueblo de Grecia política, económica, social, cultural y militarmente, sobrepasando a la propia Esparta.
En este momento Temístocles es mal reconocido por el pueblo ateniense y es exiliado, de modo que huye a las fronteras del Imperio aqueménida, y allí se pone bajo el mando del nuevo soberano persa, Artajerjes I, que junto a sus influencias y el acérrimo odio que ambos sentían por la cultura griega, se decide avanzar hacia las costas griegas para someterla definitivamente bajo el dominio persa.
Cimón, hijo de Milcíades, enterado de las intenciones de Artajerjes I, avanza hasta la actual Turquía y derrota al ejército persa en la batalla del río Eurimedonte en el 467 a. C.
Tras esta gran victoria, Cimón decide que se debe de nuevo promulgar la amistad y paz con el pueblo espartano, pero los atenienses no consideran esa opción de igual manera y los destierran por orden de Efialtes, cuyo mandato no duró mucho y fue sucedido por Pericles, que dominó Atenas hasta su muerte en el 429 a. C. Pericles continua la guerra contra Persia, en la que destacan dos decisiones que realizó, la primera la de solicitar a Cimón su vuelta del destierro y la segunda, la firma de un tratado de paz con Artajerjes I, el cual lo acepta, llamado Paz de Cimón en el 448 a. C. que estipula ciertas condiciones para ambos pueblos y que es presidido por éste, razón por la que fue mandado de vuelta del exilio, aunque realmente demostrado que fue presidido por Calias, ya que en el año del tratado, Cimón ya había muerto, por lo que se piensa fue realizado en su honor y recuerdo.
Las guerras médicas llegan a su fin mediante las condiciones impuestas por los griegos a los persas, a saber:
Obligación a los persas de desistir definitivamente en su conquista y expansión a Grecia.
No volver a navegar por el mar Egeo
Se les permite comerciar con las colonias griegas de Asia Menor.
Perseo es un semidiós de la mitología griega, hijo de Dánae y Zeus.
Según las versiones de Apolodoro y de Pausanias, Dánae había sido encerrada por su padre, Acrisio rey de Argos, en una torre cerca del palacio, para impedir que tuviera trato con un varón, ya que un oráculo había anunciado a Acrisio que moriría a manos de su nieto. Sin embargo, el rey de los dioses, Zeus, se metamorfoseó en una lluvia de oro cayendo desde el techo sobre Dánae y dejándola preñada.
Dánae engendró a Perseo y, al enterarse Acrisio no creyendo en el nacimiento divino de Perseo, lo arrojó con Dánae al mar en un cofre de madera. El mar fue calmado por el Señor del Mar, Poseidón a petición de Zeus y ambos sobrevivieron. Alcanzaron la costa de la isla de Serifos, donde fueron recogidos por Dictis, hermano del rey de la isla, Polidectes, quien crió a Perseo. Dictis fue para Perseo como un padre.
Expedición para matar a MedusaLa belleza de Danae hizo que Polidectes también cayera enamorado de ella. Pensando que el joven Perseo podía ser un estorbo en sus planes intentó librarse de él mediante una estratagema. Ésta consistía en hacer creer a todo el mundo que pretendía conquistar a la princesa Hipodamía. Polidectes pidió a los habitantes de la isla que le entregasen un caballo cada uno como presente para poder ofrecer como regalo a la princesa. Al no tener ningún caballo que ofrecerle, Perseo le prometió traerle la cabeza de Medusa, una de las tres Gorgonas que podía convertir en piedra a los hombres sólo con su mirada. Polidectes aceptó satisfecho el ofrecimiento, pensando que la misión era un suicidio y el joven nunca regresaría.
Sin embargo, Zeus decidió ayudar a su hijo por lo que pidió a los dioses Atenea y Hermes que le prestaran su ayuda. Hermes le dio una hoz de acero con la que poder cortar la cabeza de Medusa mientras que Atenea le regaló un brillante escudo y le aconsejó sobre las tareas que tendría que realizar. Con el fin de encontrar el escondite de Medusa, Perseo fue en busca de las hijas de Forcis, las Grayas, tres ancianas que sólo tenían un mismo ojo y un mismo diente y que compartían pasándoselos una a la otra. Perseo les arrebató el ojo y el diente, obligándolas a confesar donde estaba situada la residencia de Medusa a cambio de devolvérselos.
En su camino, Perseo se encontró con las náyades, de las que consiguió un zurrón mágico, el casco de Hades, que permitía volver invisible al que lo llevara puesto, y unas sandalias aladas. Con la ayuda de estos objetos logró introducirse en la residencia de las gorgonas, que, como las Grayas, eran hijas de Forcis. Usando el escudo como espejo logró cortar la cabeza de Medusa sin tener que mirarla. De la sangre de Medusa nació el caballo alado Pegaso y también el gigante Crisaor. Después de aquello, Perseo salió del palacio de las gorgonas. Esteno y Euríale, hermanas inmortales de Medusa, lo buscaron, pero sin encontrarlo, ya que el casco lo volvía invisible.
Rescate de Andrómeda
Perseo liberando a Andrómeda, pintura de Joachim Wtewael. París, museo del Louvre. Los pintores renacentistas asociaron a menudo, erróneamente, el vuelo de Perseo con el caballo alado Pegaso. En la mitología griega, Perseo vuela con sus sandalias aladas.De vuelta a su hogar, Perseo encontró a Andrómeda encadenada a una roca, lugar donde había sido dejada por sus padres Cefeo y Casiopea para ser devorada por el monstruo marino Ceto por orden de un oráculo. Perseo se enamoró de ella y decidió liberarla, por lo que tras pedir su mano a Cefeo y Casiopea mató al monstruo con su espada o, según otras versiones, petrificando una parte del monstruo al mostrarle la cabeza de Medusa. Durante el banquete de bodas con Andrómeda, llegó Fineo, tío paterno de ésta y a la vez su prometido. Comenzó una batalla entre quienes apoyaban el enlace y los partidarios de Fineo. Al ver que su bando iba perdiendo, Perseo no tuvo más remedio que convertir en piedra a Fineo y a los que lo acompañaban con la cabeza de Medusa. Perseo y Andrómeda lograron finalmente casarse y llegaron a tener siete hijos: Perses, Alceo, Heleo, Méstor, Esténelo y Electrión, y una hija llamada Gorgófone.
Venganza contra Polidectes
Luego regresa a Sérifos. Allí, Dictis y Dánae se han refugiado en un templo huyendo del acoso de Polidectes. El rey está muy satisfecho en su palacio pensando que se ha librado de Perseo.
Perseo se presenta ante Polidectes y ante toda su corte, pero ellos empiezan a burlarse de él, entonces, mirando hacia otro lado, saca la cabeza de Medusa y se la muestra; todos quedan petrificados con una expresión de incredulidad en sus rostros, en especial Polidectes. Entonces, Dictis y Danae se casan y gobiernan juntos el reino de Serifos.
Cumplimiento de la profecía
Perseo devuelve todos los objetos mágicos y le regala a Atenea la cabeza de Medusa. Después decide regresar a Argos.
Acrisio se entera de que su nieto viaja para encontrarse con él y pone tierra de por medio. Cuando Perseo llega, no lo encuentra. Está en un reino vecino, Larisa, presenciando unos juegos. Perseo lo sigue. Una vez allí, los organizadores le proponen participar en los juegos. Perseo accede a participar en lanzamiento de disco. Cuando lo tira, lo hace con tan mala fortuna que golpea a Acrisio en el centro del pecho y lo mata, cumpliéndose así la profecía.
Debido a esta muerte accidental, Perseo no quiso seguir gobernando su legítimo reino, Argos. En consecuencia, intercambió los reinos con su vecino y tío, y construyó para sí una ciudad poderosa, Tirinto, en la que vivió largo tiempo con su familia.
En la mitología griega, Lete o Leteo (en griego antiguo Λήθη Lếthê, ‘olvido’ u ‘ocultación’) es uno de los ríos del Hades. Beber de sus aguas provocaba un olvido completo. Algunos griegos antiguos creían que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que no recordasen sus vidas pasadas.
Lete era también una náyade, hija de Eris (‘Discordia’ en la Teogonía de Hesíodo), si bien probablemente sea un personificación separada del olvido más que una referencia al río que lleva su nombre.
Algunas religiones mistéricas privadas enseñaban la existencia de otro río, el Mnemósine, cuyas aguas al ser bebidas hacían recordar todo y alcanzar la omnisciencia. A los iniciados se enseñaba que se les daría a elegir de qué río beber tras la muerte y que debían beber del Mnemósine en lugar del Lete. Estos dos ríos aparecen en varios versos inscritos en placas de oro del siglo IV a. C. en adelante, halladas en Turios al sur de Italia y por todo el mundo griego.
El río Estigia (o Estige o Éstige) (en griego: Στύξ , Stux, que significa "odio") en la mitología griega constituía el límite entre la tierra y el mundo de los muertos, el Hades, al que circundaba nueve veces. Los ríos infernales: El Estigia (río del odio), el Flegetonte (río del fuego), el Lete (río del olvido), el Aqueronte (río de la aflicción) y el Cocito (río de las lamentaciones) convergían en su centro formando una gran ciénaga. Popularmente se creía que las almas de los difuntos podían cruzar el Estigia en una barca guiada a veces por Caronte y a veces por Flegias, pero la mayoría de las fuentes clásicas afirman que el primero porteaba el Aqueronte y el segundo el Flegetonte. Llegados al inframundo, las almas recibían un premio o un castigo en función de la vida que habían llevado cuando vivos, de forma similar a lo establecido por la mitología del Antiguo Egipto.[1]
La leyenda también cuenta que el Estigia volvía invulnerable cualquier parte del cuerpo que se sumergía en él. Así, Tetis bañó a su hijo Aquiles en el río y éste logró la invulnerabilidad, a excepción del talón por el que su madre lo sujetó al sumergirlo y que se convirtió así en su único punto vulnerable.
En la antigüedad se decía que el Estigia era el río que marcaba la frontera entre Ucrania y Rusia, cerca de la ciudad ucraniana de Kerch. Ucrania estaría en el lado de los vivos y Rusia sería el lado de los muertos.